Tipos de Prevención
La prevención del consumo de sustancias en adolescentes implica un conjunto de acciones e intervenciones que tienen el objetivo de evitar, disminuir o retrasar el inicio del consumo en niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
La prevención se ha llevado a cabo tradicionalmente bajo dos mecanismos. El primero tiene que ver con la entrega de información, es decir, con generar estrategias para informar sobre los riesgos y posibles consecuencias negativas del uso de sustancias. Este tipo de prevención no ha demostrado mayor utilidad al ser utilizada con población joven. Algunos ejemplos serían las campañas publicitarias, mensajes mediáticos o eventos que buscan crear conciencia respecto del problema del consumo. La prevención basada en entrega de información tiene poca evidencia científica de efectividad si se utiliza como única estrategia. Por otra parte, puede tener el efecto negativo de aumentar la desigualdad, ya que, de acuerdo con estudios, la capacidad para hacer cambios reales en la conducta a partir de la nueva información adquirida, está influenciada por el nivel socioeconómico y educacional de las personas.
El segundo mecanismo es el desarrollo de habilidades, mediante el cual se busca desarrollar las competencias necesarias en los adolescentes y jóvenes para enfrentar las influencias sociales del consumo. La prevención basada en el desarrollo de éstas implica promover hábitos a través del desarrollo de habilidades personales, tales como el autocontrol, las habilidades sociales, de comunicación, empatía y asertividad.
Los dos tipos de prevención tradicional (entrega de información y desarrollo de habilidades) han sido usados para disminuir la probabilidad de realizar distintas conductas de riesgo, tales como la violencia, conductas delictuales, sexualidad riesgosa, consumo de sustancias, suicidalidad, entre otras.
Por otra parte, las investigaciones han mostrado que la percepción de las normas sociales es un motivador importante de la conducta de las personas. Hay dos tipos de normas sociales: las normas descriptivas, que tienen que ver con cómo percibimos que los demás se comportan, y las normas inductivas, que refieren a los comportamientos que percibimos que los demás aprueban. Las normas sociales descriptivas e inductivas permiten que ciertas conductas se vayan “normalizando” socialmente. Los jóvenes son especialmente vulnerables a estos efectos. Sin embargo, las intervenciones que sólo cuestionan normas sociales tampoco han mostrado evidencia de impacto. Las actitudes y creencias se van formando a través de la experiencia y el proceso de aprendizaje de nuevas conductas.
La prevención ambiental está basada en poner atención a los procesos automáticos y espontáneos de la conducta. Muchas de las conductas cotidianas que realizamos son automáticas, porque son reacciones a estímulos familiares y comunes. Estas
conductas se explican y se entienden luego de ya realizadas, o sea, no pensamos en ellas mientras las estamos haciendo. Nuestros procesos automáticos son los que nos permiten aprender conductas como andar en bicicleta o fumar. Las conductas también pueden ser gatilladas por estímulos nuevos; la publicidad se sustenta en esta idea para buscar atraer nuevos clientes.
La ciencia ha mostrado que los individuos con menor control de impulsos pueden ser sensibles a claves ambientales que “promuevan” ciertas conductas, aumentando el sesgo de atención (tendencia a fijarse más en ciertos estímulos por sobre otros). Las intervenciones ambientales preventivas buscan alterar este sesgo de atención, intentando cambiar la atención de claves conocidas, generadoras de conductas menos deseables, a claves nuevas que evoquen decisiones promotoras de salud.
Este tipo de intervención se llama “arquitectura de las decisiones”, y se basa en introducir cambios en el ambiente en el que las personas toman decisiones, que permiten guiar la conducta humana hacia una dirección, sin interferir con la libertad individual. De esta manera, la prevención ambiental complementa las intervenciones de prevención tradicional al intervenir directamente en el contexto y no en los sujetos. Su propósito es limitar la exposición a “oportunidades” de conductas no saludables o riesgosas.
La prevención ambiental se basa en tres tipos de cambios al entorno: Cambios Regulatorios, Cambios Físicos y Cambios Económicos.
- Regulatorios.- Tiene que ver con controlar lo que es permitido. Puede incluir cambios legales, regulaciones y reglas que restrinjan conductas no deseables. Algunos ejemplos: Legislación que prohíbe el consumo de drogas, beber
alcohol en menores de 18 o 21, prohibición de la conducción después de haber bebido alcohol, prohibiciones de fumar en el trabajo, escuelas, hospitales, prohibiciones de cierta publicidad, etc. - Físicos.- Estas intervenciones alteran el ambiente físico a nivel micro (oficinas, bares) o macro (calles, parques). Algunos Ejemplos: Rediseño de la botellas de alcohol (altas y delgadas de tal forma de tener menos cantidad, pero con la idea contraria). Ciclovías.
- Económicos.– Los cambios económicos se pueden realizar para promover conductas más saludables. Algunos ejemplos: Disminución de los costos de comida saludable o de bebidas no-alcohólicas. Aumento de los impuestos a tabaco, alcohol, azúcares. Bonos a poblaciones más vulnerables.
Una de las limitaciones de la prevención ambiental es que, en términos científicos, sus medidas han sido menos estudiadas e investigadas que las de otros tipos de prevención, por lo que existe menos evidencia que respalde su efectividad. Por otra parte, es posible que la prevención ambiental no produzca efecto en algunos grupos sociales en situación de vulnerabilidad, que pudiesen estar marginados de espacios sociales y culturales convencionales.
En síntesis, existen dos mecanismos de prevención tradicional, que son la entrega de información y el desarrollo de habilidades, además de la prevención ambiental, que
históricamente ha sido menos utilizada que los dos primeros tipos. La entrega de información, por sí sola, ha mostrado poca evidencia de efectividad, llegando a tener incluso efectos iatrogénicos, es decir, que aumenta el consumo en vez de disminuirlo. Los programas preventivos que han mostrado evidencia científica más robusta se basan en el desarrollo de habilidades y el cuestionamiento de las normas sociales. La prevención ambiental, por su parte, tiene una diversidad de formas de implementarse, y, si bien ha sido menos estudiada, ha mostrado efectos interesantes en algunos países.
Referencia:
Material Elaborado por el Equipo de Prevención de la Oficina Infanto-Juvenil de la Municipalidad de Lo Barnechea