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Intervenciones basadas en la evidencia
¿Qué son las intervenciones basadas en evidencia?
Son intervenciones que han pasado por un proceso evaluación basada en el método científico que ha permitido, a través de una serie de procedimientos estandarizados (como cuestionarios, observaciones y entrevistas), identificar las variables psicológicas o sociales que generan impacto en el fenómeno o situación que la intervención pretende modificar. Cuando una intervención está basada en evidencia, quiere decir que tiene un cuerpo de investigaciones previas que respaldan su efectividad en distintas poblaciones y contextos.




¿Cuál es la importancia de realizar intervenciones basadas en evidencia científica?
Resulta clave fundamentar las intervenciones que se elige realizar en la comunidad a partir de la evidencia científica actualizada que está disponible, ya que ello implica que existe una comprobación previa del funcionamiento y efectividad de las mismas, que puede incrementar la probabilidad de obtener los resultados que se esperan.
En el ámbito de la prevención, las intervenciones basadas en evidencia adquieren importancia ya que trabajan sobre variables que, mediante procesos rigurosos, han sido identificadas como importantes para prevenir conductas de riesgo que pueden afectar a la salud y bienestar de los adolescentes. La ciencia ha mostrado que la niñez y la adolescencia son períodos de la vida muy sensibles a la relación con el ambiente, por lo cual, los comportamientos de riesgo que puedan aparecer en estas etapas, siempre tendrán su origen en un conjunto de múltiples variables que se ponen en juego a la vez.
Debido a que las conductas de riesgo de los adolescentes no tienen una causa única, sino que más bien se trata de fenómenos psicosociales complejos y multi-factoriales, elegir intervenciones que hayan sido estudiadas previamente y que estén respaldadas por evidencia científica acumulada, permite minimizar la probabilidad de invertir tiempo y recursos en intervenciones que no sirvan o que puedan generar efectos negativos. En ese sentido, las intervenciones basadas en evidencia entregan un mayor respaldo y seguridad en relación a los resultados o cambios que se esperan y los que se pueden llegar a tener.
Por otra parte, en relación a las variables que inciden en las conductas de riesgo de los adolescentes, hemos identificado factores que son comunes a más de una conducta, es decir, que pueden tener una influencia tanto en el consumo de sustancias, como en otros comportamientos riesgosos, como la violencia, la delincuencia, la suicidalidad y la conductas sexuales de riesgo. Estos factores provienen de múltiples ámbitos de la vida de los jóvenes, pudiendo encontrarse tanto a nivel del individuo, como de la familia, la escuela, los pares, o la comunidad.
De esta manera, identificar los factores de riesgo y protección asociados a las distintas conductas de riesgo de los adolescentes mediante procedimientos científicos rigurosos, como la aplicación de instrumentos para detectar los cambios en estos factores, nos permite proponer intervenciones que trabajen estos factores en su conjunto, pudiendo así generar una estrategia preventiva amplia pero especializada, que se haga cargo del bienestar de los adolescentes en su totalidad y que tenga una mayor probabilidad de cumplir con sus objetivos.
Debido a que las conductas de riesgo de los adolescentes no tienen una causa única, sino que más bien se trata de fenómenos psicosociales complejos y multi-factoriales, elegir intervenciones que hayan sido estudiadas previamente y que estén respaldadas por evidencia científica acumulada, permite minimizar la probabilidad de invertir tiempo y recursos en intervenciones que no sirvan o que puedan generar efectos negativos. En ese sentido, las intervenciones basadas en evidencia entregan un mayor respaldo y seguridad en relación a los resultados o cambios que se esperan y los que se pueden llegar a tener.
Por otra parte, en relación a las variables que inciden en las conductas de riesgo de los adolescentes, hemos identificado factores que son comunes a más de una conducta, es decir, que pueden tener una influencia tanto en el consumo de sustancias, como en otros comportamientos riesgosos, como la violencia, la delincuencia, la suicidalidad y la conductas sexuales de riesgo. Estos factores provienen de múltiples ámbitos de la vida de los jóvenes, pudiendo encontrarse tanto a nivel del individuo, como de la familia, la escuela, los pares, o la comunidad.
De esta manera, identificar los factores de riesgo y protección asociados a las distintas conductas de riesgo de los adolescentes mediante procedimientos científicos rigurosos, como la aplicación de instrumentos para detectar los cambios en estos factores, nos permite proponer intervenciones que trabajen estos factores en su conjunto, pudiendo así generar una estrategia preventiva amplia pero especializada, que se haga cargo del bienestar de los adolescentes en su totalidad y que tenga una mayor probabilidad de cumplir con sus objetivos.
Referencia:
Material Elaborado por el Equipo de Prevención de la Oficina Infanto-Juvenil de la Municipalidad de Lo Barnechea
Material Elaborado por el Equipo de Prevención de la Oficina Infanto-Juvenil de la Municipalidad de Lo Barnechea

























