Creencias normativas y la normalización del consumo

Uno de los factores que influye de manera más determinante en el consumo de sustancias de adolescentes y jóvenes, son las creencias normativas que se establecen entre los grupos de pares de los jóvenes y entre los grupos de adultos. Ello ha sido documentado a través de numerosos estudios e investigaciones científicas.

Con creencias normativas asociadas al consumo nos referimos a la percepción que tienen los adolescentes o jóvenes respecto de si las otras personas de su entorno consumen y la percepción de que éstos consideran el consumo como una conducta aceptable o válida.

Lo que la evidencia ha mostrado en distintos países, es que los jóvenes sobre-estiman sistemáticamente no sólo el nivel de consumo de sus pares, sino que también la aceptación social del consumo en sus grupos de referencia. Esto quiere decir que ellos creen que el consumo es más “normal” de lo que realmente es, lo cual tiene un impacto en la conducta de consumo que puedan, o no, desarrollar.

De acuerdo con los resultados obtenidos mediante la Encuesta de Bienestar Juvenil aplicada en junio de 2018 en la comuna de Lo Barnechea, existe una relación entre el consumo de alcohol, tabaco y marihuana de los jóvenes, y la percepción de que los pares consumen. Es decir, mientras mayor sea la percepción del joven de que sus pares consumen y aceptan socialmente el consumo, mayor será la probabilidad de que él mismo consuma, ya que la percepción del riesgo de la sustancia disminuye a medida que aumenta la aceptación social de la misma.

Hay mucha evidencia teórica que respalda esta idea, indicando que las normas y valores de los pares con los que los jóvenes se relacionan en la adolescencia y la pre adolescencia, tienen un gran impacto en el comportamiento de los mismos, ya que estos tienden a adoptar conductas que se consideran normativas en el grupo social de referencia en el que se mueven.

Por otra parte, la Encuesta de Bienestar Juvenil también reflejó una relación entre el consumo de las tres sustancias mencionadas y la actitud de los padres frente al consumo. Si los adultos responsables de los jóvenes, consumen o minimizan los riesgos del consumo, habrá una mayor probabilidad de que esos jóvenes desarrollen la conducta. Numerosos estudios han indicado que la percepción errónea de que el consumo es normal y las normas descriptivas, son importantes predictores del consumo de sustancias como el tabaco, el alcohol y la marihuana.

Hay evidencia que respalda que el aumento del consumo en los jóvenes se puede revertir “corrigiendo las percepciones erróneas de lo ‘normal’ y de las normas sociales” (1). No obstante, la evidencia científica muestra que la corrección de normas sociales por sí sola no tiene un impacto preventivo suficiente, por lo que, se recomienda utilizarla como complemento a otro tipo de intervenciones, tales como el desarrollo de habilidades y la prevención ambiental.

Cuando en una determinada sociedad existen normas sociales implícitas con percepciones erróneas respecto de las normas, puede ocurrir el fenómeno denominado ignorancia pluralista. Ello implica que un gran grupo de personas se adhieren a una norma social, aunque no concuerdan con ella, por pensar erróneamente que dicha norma representa el pensamiento de la mayoría.

En el caso del consumo de sustancias, la ignorancia pluralista lleva a que los jóvenes sobre-estimen el nivel de consumo y de aceptación del consumo de sus pares y de los adultos, llegando a creer que se trata de una conducta habitual y socialmente aceptada.

A través del uso de técnicas participativas, tanto dentro de las escuelas, como en los barrios y territorios, podemos desarrollar el pensamiento crítico y generar cuestionamientos en torno a las normas sociales, que nos permitan des- normalizar las conductas nocivas, como es el consumo de alcohol y drogas.

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