La prevención tradicional se hace generalmente a través de la entrega de información o del desarrollo de habilidades. La entrega de información consiste en informar sobre los riesgos y efectos negativos de consumir sustancias; sin embargo, esta estrategia no ha demostrado resultados positivos al ser utilizada con población joven. Por otro lado, la estrategia del desarrollo de habilidades busca que los jóvenes tengan las competencias necesarias para resistir las influencias sociales del consumo, entrenando las habilidades socioemocionales que ayudan en esta tarea. Este último mecanismo ha mostrado impacto si se combina con el cuestionamiento de las normas sociales y creencias normativas.
La prevención ambiental, por su parte, hace cambios en el ambiente de los jóvenes para limitar las oportunidades de llevar a cabo la conducta de consumo, cambiando el foco de atención hacia actividades saludables. Esto lo hace a través de cambios físicos, económicos o regulatorios.